El plan perfecto (o casi) - 3 de Abril 2025

 —¡Tengo un plan perfecto! —dijo Sergio emocionado mientras sus amigos lo miraban con escepticismo—. Vamos a organizar una fiesta sorpresa para Marta el viernes.

—¿Estás seguro? —preguntó Ana, levantando una ceja—. Porque, por si acaso, la última vez que planeaste algo, el pastel terminó en el suelo.

—Eso fue un accidente —se defendió Sergio—. Esta vez será diferente. ¡Confíen en mí!

—De acuerdo —aceptó Tomás—. ¿Qué necesitamos?

—Primero, decoraciones. Segundo, comida. Y tercero, música. Sin embargo, hay un pequeño problema: no tengo dinero.


—¡Vaya sorpresa! —bromeó Ana—. Al fin y al cabo, siempre pasa lo mismo contigo.
—Podemos pedirle a cada invitado que traiga algo —sugirió Tomás—. Así será una fiesta colaborativa.
—¡Perfecto! —exclamó Sergio—. Además, para evitar que Marta sospeche, le diremos que vamos a estudiar en casa de Ana.
—¿Y si Marta decide no venir? —preguntó Ana preocupada—. Por si las moscas, debemos tener un plan B.
—¡Ah! —dijo Sergio—. Ya pensé en eso. Le diré que tenemos que practicar para la presentación del sábado. Ella nunca dice que no a eso.

El día de la fiesta llegó, y todos estaban en casa de Ana ultimando los detalles. Habían colgado guirnaldas de colores y preparado una mesa llena de bocadillos. Sin embargo, Tomás llegó preocupado.
—Chicos, tenemos un problema. Marta acaba de mandarme un mensaje diciendo que se siente mal y que no quiere salir de casa.
—¡¿Qué?! —exclamó Sergio—. ¡No puede ser! ¡Es su fiesta!
—Tranquilo —intervino Ana—. Voy a escribirle para convencerla de que venga. Voy a decirle que tenemos que repasar el baile, y que solo será un momento.

Pasaron unos minutos eternos hasta que Ana sonrió y mostró el teléfono.
—¡Viene en diez minutos! —anunció triunfante.
—¡Sí! —gritaron todos.
Cuando Marta llegó, todos estaban en casa de Ana ultimando los detalles, pero de repente escucharon que Marta estaba en la puerta. Sergio, nervioso, gritó:
—¡Rápido, apaguen las luces!
—¿Por qué gritas así? —susurró Ana—. ¡Nos va a escuchar!
Las luces se apagaron justo cuando Marta entró. Se hizo el silencio absoluto hasta que Sergio, sin darse cuenta, pisó un globo y este explotó con un estruendo. Marta encendió la luz y, sorprendida, vio a todos apretujados detrás del sofá.

—¿Qué están haciendo? —preguntó confundida.
—¡Sorpresa! —gritó Sergio, tratando de sonar natural.
—¡Vaya fiesta! —dijo Marta riendo—. ¿Siempre celebran a oscuras?
—Bueno, era parte del plan —dijo Sergio, avergonzado.
Todos comenzaron a reírse, y Marta no paraba de bromear con el susto que se había llevado. Aunque el plan no salió exactamente como Sergio lo había imaginado, al fin y al cabo, la fiesta terminó siendo un éxito lleno de risas, globos explotados y anécdotas inolvidables.

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